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¿Por que escribo mis letras en inglés?

No todas, pero sí la mayoría. Culpable. Muchas veces me han preguntado por qué escribo en otro idioma siendo el español mi lengua materna. Es una buena pregunta, especialmente cuando quien pregunta parece desilusionado al no entender lo que canto. Me parte el corazón, la verdad. No abunda la gente interesada en las letras de las canciones, y me molesta perder a lo pocos que sí muestran interés por una cuestión de barrera idiomática. Este post es, en cierto modo, una justificación, un intento de redención.

Fue así desde el principio. Mis primeras letras datan de mi adolescencia, probablemente garabateadas en clase en un cuaderno cualquiera durante una de mis ensoñaciones sobre escenarios grandiosos, multitudes clamorosas y la dorada luz de los focos, mi inglés atrevido pero deficiente. En aquellos días para mí la música era básicamente un ejercicio de imitación. Cantar lo más fielmente posible las canciones de mis vocalistas favoritos era mi manera de aprender, entre ellos David Coverdale, Joey Tempest, Bruce Dickinson, Jon Bon Jovi… (de Whitesnake, Europe, Iron Maiden y Bon Jovi respectivamente. Me parece que está claro de que van mis influencias musicales tempranas… ¡de melenas!) Del mismo modo aprendí a hacer letras, robando trozos de canciones que me decían algo y reciclándolas para servir mis propósitos. ¡Qué daría yo por encontrar uno de esos cuadernos! Deben haber unas cuantas perlas…

Mi inglés mejoró, y también mis letras, lo que me lleva a mi segundo argumento: mi historia de amor con en idioma inglés. Fue amor a primera vista, igual que con la música, pero seguramente ocurrió algo más tarde. Como necesitaba cantar esas canciones que me gustaban, tenía que aprenderme las letras, y para conseguir eso, era imperativo entender las letras. Memorizar una serie de sílabas sin sentido no era una opción, así que, ahí me tenéis, una niña de siete años con las letras de un disco y un diccionario inglés-español enorme sobre la mesa, sentada en la silla con los pies que ni me llegaban al suelo. Discos de vinilo, por cierto, pero era cuestión de suerte, algunos no venían con las letras, una verdadera tragedia para mí. A medida que iba desentrañando los misterios que ocultaban esas secuencias desconocidas de letras, me iba enamorando más del lenguaje. Y ya no hubo vuelta atrás, desde entonces la música y el inglés fueron siempre de la mano.

Eso no significa que no sea capaz de escribir en español. Primero intenté traducir mis letras para hacerlas más accesibles en mi propia tierra, una necesidad que apuntaron varias personas en diferentes ocasiones, pero no me convenció el resultado. Entonces me obligué a escribir en español desde el principio, y fue mucho mejor: Nocturna, No hay más, Bandera Pirata, Bicho Malo… Puedo hacerlo, pero tengo que sentir que la canción quiere que la cante en español, es ella la que decide, no yo, y cada vez supone romper con el hábito de escribir en inglés.

Ahí tenéis mi confesión, este es el porqué. Soy víctima de mi gusto musical temprano y mis inclinaciones lingüísticas. Por último, y aunque no me considero un animal de costumbre, supongo que en este caso en particular lo soy.

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